“Para enfrentar estos desafíos interrelacionados, nuestra única opción es responder de manera agresiva, simultánea e integral”. Ajay Banga
La riqueza privada neta mundial descendió en 2022 un 2,4%.
Publicado en Mundiario el 16 de febrero de 2024.
El punto de partida de este ejercicio de reflexión se encuentra en los datos que proporciona el informe “Global wealth distribution”, elaborado por las entidades financieras Credit Suisse y UBS. Según este informe, la riqueza privada neta mundial alcanzó los 454,4 billones de dólares (USD) en 2022, descendiendo en ese año un 2,4%. En el siguiente cuadro, se presentan los principales datos de la distribución de esa riqueza.
De esta forma, vemos que el 1,1% de la población mundial tiene en sus manos el 45,8% de la riqueza (208,3 billones de USD). El informe señala, además, que la riqueza agregada de las personas de alto patrimonio neto (HNW) se ha quintuplicado en el período 2000-2022.
Si bajamos en el escalafón, el 12% de la población mundial tiene un patrimonio que representaría el 39,4% (178,9 billones de USD) de la riqueza neta mundial. Por debajo de ese umbral, encontraríamos a las personas con patrimonios entre 10.000 y 100.000 USD. En este escalón, el 34,4% de la población acumula el 13,6% de la riqueza mundial.
En el grupo siguiente encontraríamos al grupo más nutrido, el 52,5% (2.800 millones de personas) que agrupa un 1,2% de la riqueza mundial.
De momento, ahí dejo esos datos. Datos que, sin duda, merecen, por si solos, una reflexión acerca de la equidad de la distribución de la riqueza en el mundo. En Reparto desigual de la riqueza: jaque al planeta (Mundiario) podéis ver una aproximación al respecto. Por si tuvieras la tentación de creer que voy a desplegar el “típico” rollo anticapitalista lleno de dogmatismos, vamos a tomar referencias en el Banco Mundial.
El 14º presidente del grupo Banco Mundial, Ajay Banga, empresario indio-estadounidense, inició su mandato en junio de 2023 tras haber sido propuesto por el 46º presidente de los Estados Unidos, Joe Biden. Desde la presidencia del grupo Banco Mundial se ha impulsado una nueva misión para la organización: crear un mundo sin pobreza en un planeta habitable. Banga ha establecido dos ambiciosos objetivos:
acabar con la pobreza extrema: trabajar para reducir la pobreza y mejorar las condiciones de vida de las personas más vulnerables en todo el mundo.
promover la prosperidad compartida: fomentar el crecimiento económico sostenible y la igualdad de oportunidades para todos.
Para el Banco Mundial, “si 2022 fue un año de incertidumbres, 2023 ha sido el año de la desigualdad”. El duro proceso de recuperación de las devastadoras pérdidas provocadas por la pandemia de la COVID-19 se ha visto frenado, en muchos países, debido a las amenazas combinadas de la fragilidad de sus economías, el impacto del cambio climático, las guerras (Ucrania), los conflictos y la violencia (Palestina), la inseguridad alimentaria (crisis de suministro de cereales) o las recurrentes -y siempre “sabiamente” olvidadas- crisis de refugiados o migratorias.
Estas policrisis complican la consecución de los objetivos establecidos en el Banco Mundial. Para evaluar la magnitud de los retos planteados y -valientemente- asumidos por Ajay Banga, echemos un ojo al retrovisor, miremos siquiera un poco hacia atrás, fijemos la vista sobre algún indicador y veamos cómo nos ha ido al abordar algunas de nuestras preocupaciones y prioridades de desarrollo. Para ello, utilizaremos fuentes del grupo Banco Mundial a fin de evitar que algún “lector escéptico” se nos quede mirando al dedo que señala a la luna.
En este artículo hablaremos, si quiera resumidamente, de aspectos como la pobreza mundial, la deuda internacional, las perspectivas económicas mundiales y la caída en las previsiones de crecimiento a largo plazo.
1.POBREZA MUNDIAL
La pobreza es un fenómeno multidimensional que puede manifestarse en factores objetivos y subjetivos. La definición más común de pobreza se refiere a la falta de recursos para satisfacer las necesidades básicas necesarias para la supervivencia. De este modo, según Benjamin Rowntree, la pobreza ocurre cuando los ingresos disponibles no cubren el mínimo necesario para subsistir.
Sin embargo, hay teorías que defienden que la pobreza va más allá de los ingresos. Por ejemplo, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se inclinó, en la década de 1970, por el enfoque de necesidades básicas, que incluye salud, educación, saneamiento y vestimenta como mínimos necesarios para una calidad de vida digna.
Autores, como Amartya Sen, definen la pobreza como privación de desarrollo humano individual. Se basa en la constricción de capacidades básicas que impiden a las personas ser o realizar funciones importantes para ellas (como vivir una vida saludable o ser respetadas por su comunidad).
Otros enfoques, como el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD combina indicadores como esperanza de vida, nivel educativo e ingresos.
En cuanto a la pobreza extrema, se refiere a una condición aún más severa, caracterizada por una privación extrema de necesidades humanas básicas, como acceso a alimentos, agua potable, salud, vivienda y educación.
Evitemos el debate sobre elementos conceptuales y vayamos a los datos que maneja y que presenta el grupo Banco Mundial, que afirma que “si bien la pobreza extrema ha disminuido en los países de ingreso mediano, el problema sigue siendo peor que antes de la pandemia en los países más pobres y afectados por fragilidad, conflictos o violencia. La persistencia de la pobreza en estos países hace que otros objetivos de desarrollo mundiales clave sean mucho más difíciles de lograr”.
Casi 700 millones de personas en todo el mundo viven hoy en la pobreza extrema, lo que significa que viven con menos de 2,15 USD al día.
Si bien es cierto que, entre 2010 y 2019, ese número se redujo en un 40 %, también es cierto que se produce un estancamiento en los años 2018 y 2029, un importante incremento en 2020 y una minoración en el ritmo de avance en la lucha contra la pobreza desde 2020.
Aunque se han logrado avances en la reducción de la pobreza global, esos logros enfrentaron un enorme revés con la pandemia de la COVID-19.
Han resultado tres años de progreso perdido en todos los ámbitos de nuestras vidas.
Se han perdido tres años en la lucha contra la pobreza.
Se pueden observar tendencias muy similares para las personas que subsisten con menos de 3,65 USD al día.
En la última década (2013-2023) se ha conseguido rebajar la población que subsiste con menos de 3,65 USD al día en un 16,83%.
Se pueden observar tendencias todavía más preocupantes para las personas que subsisten con menos de 6,85 USD al día.
En la última década (2013-2023) se ha conseguido rebajar la población que subsiste con menos de 6,85 USD al día en un 4,45%.
De hecho, desde 2019, el número de personas por debajo de la línea de pobreza de 6,85 USD al día ha aumentado levemente y se observa un claro estancamiento en el ritmo de caída de las curvas de <2,15 y <3,65 USD / día.
2. DEUDA INTERNACIONAL
El Informe sobre la deuda internacional que publica anualmente el Banco Mundial, es desde hace 50 años la fuente más completa y transparente de datos y análisis de la deuda externa sobre los 121 países de ingreso bajo y mediano que dependen del Sistema de Notificación de la Deuda del Banco Mundial.
El informe del año 2023, con datos del período 2012-2022, puso de relieve el aumento de los riesgos relacionados con la deuda en todas las economías en desarrollo, tanto de ingreso bajo como mediano, pero la tensión se intensificó para los países más pobres del mundo, que se vieron presionados por pagos (más elevados) del servicio de la deuda.
Los países en desarrollo gastaron una cifra récord de 443.500 millones de USD en el servicio de su deuda externa pública y con garantía pública en 2022. Los países más pobres (que pueden recibir financiamiento de la Asociación Internacional de Fomento (AIF) del Banco Mundial), pagaron una cifra récord de 88.900 millones de USD en costes del servicio de la deuda en 2022, un 4,8 % más que en 2021.
Los países más pobres corren el riesgo de sufrir crisis de deuda a medida que aumentan los costos de los empréstitos. El incremento de los costos llevó a que se desviaran recursos y se desatendieran necesidades críticas como la salud, la educación y el medio ambiente.
La presión continúa en 2024. Si estos países siguen en la senda de detraer recursos para hacer frente a la deuda, no podrán luchar contra la pobreza extrema, que se cronificará. Me pregunto y os pido una respuesta reflexiva: ¿Qué ocurrirá ante un desabastecimiento de cereal, de agua o ante una eventualidad climática?
3. PERSPECTIVAS ECONÓMICAS MUNDIALES
En enero de 2023, el informe “Perspectivas económicas mundiales” del Banco Mundial señaló que el crecimiento mundial se estaba desacelerando bruscamente debido a la elevada inflación, el aumento de las tasas de interés, la reducción de las inversiones y las perturbaciones geopolíticas causadas por la invasión de Rusia a Ucrania.
Se proyectaba que la economía mundial crecería un 1,7 % en 2023 y un 2,7 % en 2024, y que la fuerte desaceleración del crecimiento sería generalizada.
Los primeros cuatro años de la década de 2020 han sido los más débiles en 30 años.
4. CAÍDA DE LAS PERSPECTIVAS DE CRECIMIENTO A LARGO PLAZO
En el informe del Banco Mundial titulado “Falling Long-Term Growth Prospects: Trends, Expectations, and Policies” (Caída de las perspectivas de crecimiento a largo plazo: Tendencias, expectativas y políticas) se presenta la primera evaluación integral de las posibles tasas de crecimiento de la producción a largo plazo después de la pandemia de COVID-19 y la invasión de Rusia a Ucrania. Estas tasas pueden considerarse el “límite de velocidad” de la economía mundial, y las conclusiones de 2023 son preocupantes.
“De acuerdo con las tendencias actuales, se prevé que la tasa máxima a largo plazo a la que puede crecer la economía mundial sin provocar inflación caerá al nivel más bajo de los últimos 30 años en lo que queda de la década de 2020. Ello se debe a que la mayoría de las fuerzas que han impulsado la prosperidad desde principios de la década de 1990 se han debilitado, incluido el aumento de la población en edad de trabajar”.
Sin duda, nos quedan temas por tratar: el clima, los mercados de productos básicos, la mujer y la migración. Quizá en el próximo artículo trataremos de completar esta reflexión.
CONCLUSIÓN:
“Nos enfrentamos a un declive de los avances en nuestra lucha contra la pobreza, una crisis climática existencial, inseguridad alimentaria, fragilidad y una recuperación incipiente tras la pandemia, y sentimos además los efectos de los conflictos más allá de los frentes de batalla. Una tormenta perfecta conformada por diversos desafíos interrelacionados y complejidades geopolíticas que, en conjunto, exacerban la desigualdad” (Ajay Banga, en la sesión plenaria de las Reuniones Anuales del Banco Mundial de 2023, Marruecos).
Parece que en la última década los avances en la lucha contra la pobreza se estancan y esta se cronifica. En esta misma década, la presión sobre la deuda externa tiende a incrementarse en las economías más vulnerables del planeta cuyo crecimiento, para 2020-2024, ha sido el más débil en los últimos 30 años y parece que, justamente, esa es la perspectiva de crecimiento a largo plazo.
¡MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA!
La situación requiere análisis serenos y rigurosos; requiere intervenciones, medidas y proporcionadas pero contundentes, en los mercados; requiere de acuerdos multilaterales potentes. La situación requiere de la política y de políticos con visión y perspectiva. Aquí es donde veo el gran problema: o nos encontramos con ultraliberales irredentos (Milei, Meloni, Orban, etc.) o con políticos que instrumentalizan las instituciones a través de “partidos de cargos públicos”. Político – estadista – orientado al bien público, … creo que me sobran dedos …“Debemos encontrar una manera de financiar un mundo distinto, donde se proteja el clima, se puedan manejar las pandemias (si no prevenirlas), abunden los alimentos y se logre derrotar la fragilidad y la pobreza. La tarea es enorme. Al observar el mundo, es fácil sumirse en la desesperación” (Ajay Banga, en la sesión plenaria de las Reuniones Anuales del Banco Mundial de 2023, Marruecos).