2024: las diferencias raciales en Europa
“El odio a las razas no forma parte de la naturaleza humana; más bien es el abandono de la naturaleza humana” (Orson Welles).
2024: las diferencias raciales en Europa

“El odio a las razas no forma parte de la naturaleza humana; más bien es el abandono de la naturaleza humana” (Orson Welles).
En los últimos meses, y alrededor de circunstancias que no son tan coyunturales como se nos presentan: insultos racistas en los campos de fútbol o la irrupción de ideologías neofascistas o neonazis en Europa, nos hemos vuelto a preguntar, con una gestualidad que desborda sorpresa sobreactuada, si realmente hemos sido racistas alguna vez y, por ende, defensores de la supremacía blanca y, lo que es más grave, nos peguntamos, no sin cierto asombro, si lo seguimos siendo (en la Europa de 2024). Revisar un poco el pasado nos puede ofrecer alguna clave para entender el presente y para afrontar un incierto -pero no tanto- futuro.
El papel de la construcción de la diferencia racial en Europa, en los siglos XIX y XX, es de suma importancia para comprender la dinámica social, cultural y política de la época. La racialización de ciertos grupos étnicos y la creación de jerarquías raciales influyeron profundamente en la configuración de la identidad europea y en las relaciones intergrupales.
La presente reflexión busca desentrañar los mecanismos y discursos que contribuyeron a la producción y reproducción de la diferencia racial en el continente, así como su impacto en la vida cotidiana. Estos aspectos son cruciales para comprender la complejidad de la historia europea moderna y cómo ha influido en la sociedad contemporánea. Sí, en la de hoy, cuando hemos cubierto ya el primer cuarto del siglo XXI.
La exploración de estos temas nos permite arrojar luz sobre las experiencias pasadas y entender mejor el legado que perdura en la actualidad y que, sin duda, proyectaremos sobre nuestros hijos y nietos. Además, el examen crítico de la construcción de la diferencia racial nos invita a reflexionar sobre los prejuicios arraigados que aún subsisten en la sociedad y a buscar formas de promover la igualdad y la inclusión en el momento actual y en el futuro.
La segregación racial en Europa tuvo sus primeros indicios en las colonias africanas y asiáticas, donde los colonizadores europeos impusieron divisiones espaciales basadas en la raza. A medida que las colonias se convirtieron en parte de los imperios europeos, la segregación racial se extendió a las ciudades europeas a través de la llegada de inmigrantes coloniales. Esta evolución se vio influenciada por la ideología colonial y la percepción de superioridad racial, lo que alimentó la creación de barrios segregados y la negación de acceso a ciertos espacios urbanos en base a la raza.
Durante el siglo XX en Europa, la construcción de la diferencia racial evolucionó a través de políticas de vivienda y planificación urbana y se manifestó en el espacio público a través de la segregación racial en espacios urbanos, lo que ha contribuido a la consolidación de jerarquías raciales en la sociedad europea. Estas expresiones de racismo imponían una posición de inferioridad y exclusión a las personas racializadas, reforzando una noción de superioridad blanca en los espacios públicos y limitando las oportunidades y libertades de las personas racializadas. Estas políticas, incluso después de la eliminación de leyes abiertamente segregacionistas, han dejado una marca profunda en la distribución espacial de la población.
La propaganda visual y simbólica desempeñó un papel crucial en la construcción y perpetuación de la diferencia racial en el espacio público en Europa durante los siglos XIX y XX. A través de la propaganda visual, se reforzaron estereotipos, se difundieron mensajes discriminatorios y se perpetuaron narrativas que justificaban la exclusión y la opresión de personas no blancas en los espacios públicos. Estas representaciones simbólicas no solo sirvieron para legitimar la segregación y la negación de acceso, sino que también contribuyeron significativamente a la divulgación y normalización de la ideología racista.
Las teorías raciales jugaron un papel crucial en la justificación de la supremacía blanca, el colonialismo y la discriminación racial. Los discursos científicos, filosóficos y políticos de la época jugaron un papel determinante en la perpetuación de estas construcciones de la diferencia racial.
Además, el contexto histórico y cultural del siglo XX proporciona el escenario en el que surgieron y se propagaron las teorías raciales en Europa. Con el auge de movimientos nacionalistas, conflictos bélicos y la expansión colonial, se crearon las condiciones para la difusión de ideas de superioridad racial y justificación del dominio sobre otras poblaciones.
Estas teorías fueron utilizadas para respaldar políticas discriminatorias y, en algunos casos, atroces, perpetuaron la discriminación racial y el colonialismo en Europa y en otras partes del mundo. Una de las aplicaciones políticas y sociales más impactantes de las teorías raciales fue el surgimiento del nazismo en Alemania, que llevó a cabo políticas basadas en la creencia en la superioridad de la raza aria, lo que resultó en la persecución y el exterminio de millones de judíos, así como de otros grupos étnicos considerados inferiores y en la muerte de millones de eslavos orientales. El Holocausto es un ejemplo extremo de cómo las teorías raciales se tradujeron en acciones concretas que causaron un sufrimiento inimaginable a millones de personas.
Estas teorías racistas tuvieron un impacto significativo en la formulación de políticas discriminatorias durante este periodo. Las ramificaciones de estas teorías alcanzaron todos los aspectos de la sociedad, incluyendo la educación, la vivienda, el empleo y la justicia, perpetuando así la discriminación racial y la desigualdad. La influencia de estas teorías se extendió más allá de Europa, llegando a tener un impacto global en la forma en que las diferentes razas eran percibidas y tratadas en todo el mundo.
El racismo institucional y estructural, que tiene sus raíces en las teorías raciales del siglo XX, se manifiesta en la discriminación sistémica que enfrentan las minorías étnicas. Las leyes, políticas y prácticas institucionales a menudo favorecen a la población blanca en detrimento de las personas de color, perpetuando así la supremacía blanca. Esta discriminación se evidencia en la representación desproporcionada de personas de color en la pobreza, encarcelamiento, desempleo y otros indicadores de desventaja social.
La diferencia racial ha sido construida y mantenida en los imaginarios colectivos europeos a través de representaciones, estereotipos y prejuicios arraigados en diversas manifestaciones culturales, como la literatura, el cine, la música y la publicidad o el marketing. Estas representaciones han contribuido a la creación y perpetuación de visiones sesgadas y discriminatorias sobre grupos étnicos específicos, generando un impacto significativo en la percepción social y en las interacciones diarias. Estas representaciones han contribuido a la consolidación de una visión eurocéntrica del mundo, en la cual el ‘otro’ es un ser ajeno e inferior.
Desde el siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial, las representaciones raciales en la cultura popular europea estaban marcadas por una visión eurocéntrica que exotizaba y perpetuaba estereotipos dañinos sobre las personas de diferentes orígenes étnicos. Estos estereotipos se reflejaban en diversas formas de arte, entretenimiento y literatura, contribuyendo a la creación de una narrativa colonialista que justificaba la dominación europea sobre otras culturas.
El periodo de entreguerras estuvo marcado por la crisis económica, el ascenso de regímenes totalitarios y el surgimiento de movimientos nacionalistas en Europa, lo que se reflejó en las representaciones raciales en la cultura popular. La propaganda política y el uso de estereotipos raciales se intensificaron, especialmente contra grupos étnicos minoritarios, exacerbando la discriminación y la intolerancia. Las tensiones socioeconómicas y políticas alimentaron la percepción de amenaza por parte de ciertos grupos étnicos, dando lugar a una narrativa que justificaba la exclusión y la violencia racial, contribuyendo a la construcción de una identidad nacional homogénea y a la marginalización de las minorías étnicas.
La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto significativo en las representaciones raciales en la cultura popular europea, ya que la brutalidad del Holocausto y la persecución sistemática de grupos étnicos minoritarios, y de otros que no lo eran tanto, llevaron a una reevaluación de las concepciones tradicionales sobre raza. Este período marcó un cambio en la percepción pública sobre las representaciones raciales, generando una mayor conciencia sobre los peligros de la discriminación racial y el nacionalismo extremo.
Durante la Guerra Fría, las representaciones raciales en la cultura popular europea se vieron influenciadas por la lucha de poder entre bloques y la descolonización de los territorios europeos. La rivalidad entre las superpotencias y la lucha por la influencia global llevaron a una reconfiguración de las representaciones raciales, particularmente en el contexto de la propaganda política. Además, la descolonización contribuyó a la redefinición de las relaciones entre Europa y sus antiguas colonias, influyendo en la forma en que se representaba a las personas de diferentes orígenes étnicos en la cultura popular, así como en la narrativa de identidad nacional.
Las teorías raciales han dejado un legado de discriminación, supremacismo y colonialismo, que sigue afectando a las sociedades contemporáneas, contribuyendo a la construcción de narrativas racistas y a la perpetuación de sistemas de opresión. Su desmantelamiento requiere de un enfoque multifacético. Esto incluye la necesidad de reformas estructurales tanto a nivel político como social, así como un compromiso colectivo para desafiar los prejuicios arraigados y las prácticas discriminatorias. La educación y sensibilización son fundamentales en este proceso, junto con la promoción de la diversidad, la equidad y la inclusión en todos los aspectos de la sociedad.
Y en eso, … llegan, a los parlamentos y a los gobiernos, los neofascistas y los filonazis y lo hacen, como antaño a través de mecanismos democráticos.
Cuidado porque el odio es aprendido. Nelson Mandela (Madiba) nos enseñó que “nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen o su religión”. @mundiario

El autor, JOSÉ MANUEL PEÑA PENABAD, colaborador de MUNDIARIO, es auditor de cuentas y licenciado en economía por la Universidad de Santiago de Compostela. Como funcionario de Administración local ha desempeñado diversos puestos en los ayuntamientos de Oleiros y de A Coruña. Director académico y docente de cursos en la Escuela Gallega de Administración Pública (sobre estrategias de desarrollo urbano y sobre agendas urbanas), fue secretario general de la Consellería de Sanidad de la Xunta de Galicia entre 2005 y 2008, en el gobierno presidido por Emilio Pérez Touriño. Es colaborador habitual de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), donde ha sido miembro del grupo de trabajo establecido para la redacción de la Agenda Urbana Española. Colabora habitualmente con el Eixo Atlántico del Noroeste Peninsular en materia de desarrollo urbano. Ha sido técnico colaborador de la AECID (Ministerio de Asuntos Exteriores) para la redacción del Modelo Nacional de Desarrollo Urbano de Costa Rica. @mundiario