El concepto de Antropoceno ha sido objeto de intensos debates y críticas tanto en la comunidad científica como en círculos críticos y políticos. Algunos de los principales cuestionamientos giran en torno a temas de vaguedad, politización y la dificultad de aplicar criterios estrictamente geológicos para definir una época tan reciente.
Vaguedad en la delimitación y uso político: Una crítica recurrente es la falta de precisión en los parámetros para definir el inicio y las características geológicas del Antropoceno. Al sugerir que la acción humana constituye un agente transformador a escala planetaria, el término abarca una variedad tan amplia de procesos –sociales, económicos y culturales– que puede perder, irónicamente, su utilidad analítica dentro de la geología. Además, existe la preocupación de que su uso se instrumentalice en discursos políticos y mediáticos para resignificar la responsabilidad ambiental de la humanidad en general, lo que podría obviar las desigualdades en la contribución y en las vulnerabilidades frente a los daños ambientales. Esta perspectivización puede diluir la relevancia de las críticas específicas a los agentes y sistemas responsables de las crisis ecológicas.
Dificultad en su aplicación formal: A diferencia de las divisiones tradicionales en la escala del tiempo geológico, el Antropoceno aún carece de criterios objetivos y medibles que permitan su aceptación formal por parte de la Comisión Internacional de Estratigrafía. La incorporación de residuos modernos en el registro stratigráfico es evidente, pero la cuantificación precisa y la comparación con otros periodos resultan complejas. Esta controversia ha impulsado el debate sobre la pertinencia de definir una nueva época geológica basada en indicadores que no siempre se alinean con el método geológico tradicional.
Propuestas alternativas o complementarias: Ante estas críticas, algunos investigadores han propuesto adoptar complementariamente otros conceptos que permitan abordar la crisis ambiental de manera más específica o desde diferentes marcos analíticos. Una propuesta es el concepto de Capitalocene, que sugiere que la transformación ambiental y social se explica mejor atendiendo a la lógica capitalista y a la desigualdad estructural inherente a este sistema. Este enfoque pone el acento en las relaciones de poder y en la distribución desigual de los beneficios y las cargas medioambientales, ofreciendo una perspectiva más precisa en cuanto a la responsabilidad de ciertos sectores económicos y políticos. Otra alternativa es el concepto de Plantationocene, que se centra en los efectos históricos y contemporáneos de la colonización, la esclavitud y la explotación agroindustrial, evidenciando cómo la configuración de las economías modernas ha estado intrínsecamente ligada a procesos de dominación y subyugación. Estas aproximaciones permiten una revisión crítica y matizada del impacto humano en el planeta, y ofrecen una herramienta conceptual que complementa la visión global del Antropoceno.