En los albores del siglo XXI estamos asistiendo a un nuevo y emergente factor de exclusión social: la llamada brecha digital. Paulatina y progresivamente se va dando forma a una nueva segmentación social entre aquellos que incorporan la utilización de las tecnologías de información y comunicación (TICs) en su vida diaria y los que se quedan al margen de la ofimática, la domótica, internet, etc. Se trata de una versión de un nuevo analfabetismo.
A este respecto y en el contexto de la Unión Europea, los indicadores españoles son ampliamente preocupantes. Los correspondientes a Galicia son simplemente alarmantes.
En general, podemos afirmar que el sector público europeo se encuentra en un momento decisivo. Debe hacer frente, en un contexto de crisis económica y política, a cambios institucionales importantes, a condiciones económicas y sociales que suponen grandes desafíos. Las TICs pueden ayudar a los gobiernos a enfrentarse a los numerosos retos que se le presentan.
La administración electrónica es solo una de las formas de combatir la exclusión digital y la introducción de las llamadas TIC es tan solo uno de los ingredientes de la administración electrónica. Igualmente importante es el cambio organizativo: los cambios en el funcionamiento de las administraciones públicas.
El cambio hacia una organización centrada en el ciudadano está reforzado por el planteamiento de base de la administración electrónica que se hace visible mediante la implantación de servicios personalizados en línea: vida laboral en web, campañas del IRPF, pago de impuestos y tasas municipales, tramitación de licencias urbanísticas o certificados de empadronamiento a través de la web, etc. La reorganización interna de las administraciones requiere un rediseño de los procesos y procedimientos, la formación del personal, el desarrollo de nuevas técnicas y competencias, la adaptación de normas y el establecimiento de nuevos modelos de gestión del trabajo y de los empleados públicos.
Actualmente, las experiencias de muchos países ya han demostrado que la administración electrónica es una manera muy eficaz de prestar servicios públicos de mejor calidad, que permite mejorar la relación coste/rendimiento, aumentar la productividad y mejorar la transparencia y la responsabilidad.
Disponer de un plan de diseño e implantación, de los recursos necesarios para ello, favorecer el intercambio de buenas prácticas, cooperar entre las administraciones en todos los ámbitos, aportar ahorros mediante la reutilización de conceptos y soluciones de eficacia probada, acelerar la creación y operatividad de servicios para ciudadanos, empresas y otras instituciones parecen ser los pilares básicos a contemplar.
Pero para que se cumplan las expectativas puestas en la administración electrónica se necesita liderazgo político decidido, fuerte y constante, así como un compromiso guiado por una visión a largo plazo. Desde este punto de vista, la concentración de competencias en la Secretaría Xeral de Modernización e Innovación Tecnolóxica de la Xunta, la reciente y ambiciosa presentación de la Axenda Dixital 2014.gal, la conformación del Cluster TIC de Galicia, la incipiente realización de Axendas Dixitais municipales en el ámbito de los municipios asociados en el Eixo Atlántico del Noroeste Peninsular e incluso lo recientemente acaecido con la venta de la empresa «R» a CVC Capital Partners (siempre que ello implique la consolidación de «R» y su potenciación más allá de las fronteras de Galicia), parecen indicar el inicio del buen camino. Por otra parte, la inexistencia -en la mayor parte de las instituciones públicas gallegas- de planes estratégicos de implantación de e-administración, la cicatería en la asignación de recursos presupuestarios y la atomización de las empresas del sector TIC gallego no es un buen presagio. Si el I+D+i es la clave de nuestro desarrollo y dentro de él, lo es el sector TIC (por crecimiento, por posibilidad de generación de empleo, por incremento de aportación al PIB gallego, etc.), tenemos que creérnoslo realmente, tenemos que apostar decididamente. Es cierto que estamos inmersos en una profunda crisis económica, pero no estamos ante una crisis de ideas. Hemos de comenzar un proceso de reflexión constructiva que nos lleve a planificar el futuro necesario. Dentro de ese futuro las TIC son uno de los pilares del posible y deseado desarrollo de Galicia.
La administración electrónica no resolverá los retos de la brecha digital, pero sin e-administración la brecha, la exclusión, está garantizada y su profundidad será enorme.
A Coruña, marzo de 2011