Las futbolistas españolas han dado un golpe en la mesa para reivindicarse una vez más (recordemos que no hace muchos meses, quince de ellas renunciaron a la selección española) y lo hicieron como jugadoras y como mujeres. Verdaderas campeonas en ambos ámbitos. Alegría inmensa, pues.
Publicado en Mundiario el 23 de agosto de 2023
¡Qué poco dura la alegría en casa del pobre !
El equipo que conforma el combinado español de fútbol femenino ha logrado alzarse con el título de campeonas mundiales del campeonato de 2023 celebrado en Nueva Zelanda y Australia.
La alegría nos ha desbordado. A todos y a todas. Motivos y motivación no faltaba. Para unas, era la culminación de una vida de esfuerzo, de sacrificio, de superación, … (como si habláramos de chicos) … pero complementada con haber vivido episodios de discriminación, con desprecios casi permanentes, con insultos, … porque todas las niñas, chicas y señoras que han jugado al fútbol lo han sufrido en sus propias carnes.
Para otros, digamos que lo del fútbol es una «disculpa» para unirse al sentir reivindicativo de las mujeres españolas. Al menos esto me pasa a mi: varón, blanquito y europeo. Desde mi posición de inquebrantable lucha por la igualdad (en la que muchas plumas me he dejado), creo que esto mismo la han vivido, camareras, barrenderas, cocineras, maestras, profesoras, abogadas, juezas o magistradas.
Las futbolistas españolas han dado un golpe en la mesa para reivindicarse una vez más (recordemos que no hace muchos meses, quince de ellas renunciaron a la selección española) y lo hicieron en un doble plano: como jugadoras y como mujeres. Verdaderas campeonas en ambos ámbitos. Alegría inmensa, pues.
Como decía, bien poco dura la alegría en casa del pobre (el hogar feminista, en este caso). Cuando Tere Abelleira (la gallega, «a nosa») recupera un balón, lo pasa y Mariona Caldentey lo filtra hacia la esquina del área inglesa y vemos a Olga Carmona corriendo como una posesa y preparando ese zurdazo que lleva el balón a la caja … , en ese mismo momento vemos a un varón, macho ibérico donde los …. llevando su mano hacia sus propios genitales a fin de agitarlos convenientemente. La emoción del gol. No, de eso nada, la emoción de un testosterónico maleducado que no sabe ni donde está. Está en la tribuna del estadio de Sidney y está acompañando a la Reina de España, representando al fútbol español. Perdónenme la expresion: ¡un macarra representa al fútbol español!
De ahí a abandonar un cargo en el que no sabe comportarse, un segundo.
Pero no contento con ese estruendoso y repugnante gesto, muy representativo del «pormishuevismo» hispánico, se baja a la entrega de trofeos, no por bello y simpático, sino por ser presidente de la federación española de fútbol, y ante el asombro de todos los humanos y extraterrestres que veíamos la escena, coge la cabeza de una jugadora con ambas manos (la del tocamiento anterior, también) y le planta un beso en todos los morros. Inaudito. Pero sigan visionando la grabacion y verán a un personaje fuera de sí, riendo y gesticulando histéricamente. Increíble.
Ya sabemos lo que viene después, el ministro en funciones riñe y alguien le dice al presidente de la RFEF que hay que disculparse. Ahí viene un video demencial grabado en una parada técnica en Doha. Pero antes, presiones a la jugadora y a su familia para que ella apareciera con él en el video y le exculpara (se jugaba el puesto, parece que le dijeron a la jugadora).
Pero, todavía hay más: la RFEF publica un comunicado y entrecomilla una expresión que es atribuida a la jugadora. Resulta que ella niega haber pronunciado semejante frase.
Una vez que el Presidente en funciones del Gobierno de España recibe al equipo español y afirma que las «disculpas» son «insuficientes» y hasta «inadecuadas», y que debe dar un paso más, para colmo, parece que la Real Federación Española de Fútbol va a convocar una asamblea para que se visualice el cierre de filas en torno a su presidente. Es decir, todas las federaciones territoriales apoyan sin fisuras a quién agita sus testículos ante el mundo y al lado de la Reina de España, a quién violenta a una chica besandola en los labios en el marco de una entrega de trofeos ejerciendo una posición de superioridad, a quién presiona a su «victima» para que realice declaraciones en su favor y a quien, cuando menos, permite que la RFEF emita un comunicado falseando las palabras de la jugadora a la que yo he escuchado un literal «a mi no me ha gustado, eh!».
Un éxito del fútbol español, un éxito de la propia RFEF, un éxito de nuestras niñas, nuestras chicas y de todas las mujeres (adultas, me refiero) que juegan o han jugado. Un éxito del feminismo integrador echado a perder, en pocos minutos, por la actuación imperdonable de un varón, blanquito y europeo que ha sido superado por las circunstancias y que no ha sabido estar a la altura. No puede, no debe seguir al frente de la RFEF y los que justifican y apoyan, que empiecen explicándoles ese apoyo a sus hijas, sobrinas, jugadoras, etc. A mi tampoco me ha gustado, pero nada, eh!