Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

Catalunya, los retos del día después

ECONONUESTRA. Publicado en Público.es el 29 de septiembre de 2015.

http://blogs.publico.es/econonuestra/2015/09/29/catalunya-los-retos-del-dia-despues/

Los resultados de las elecciones autonómicas de Catalunya del pasado 27-S están ahí. Ya son conocidos por todos. Ya han sido valorados políticamente de forma global.

Mucho se ha dicho, mucho se ha escrito antes y durante la contienda electoral. No vamos a escribir hoy sobre la dialéctica independentismo – unionismo; no vamos a hablar de las consecuencias económicas, para Cataluña o para España, del proceso secesionista; no vamos a hablar de la aplicación o no aplicación de los tratados de la Unión Europea en el ámbito territorial de una Cataluña separada; no vamos a escribir sobre Naciones Unidas ni sobre la OMS.

Hoy trataremos de escribir unas líneas que importen a la gente común, a los ciudadanos y ciudadanas de Catalunya y de España; a esas gentes que tan poco importamos a los políticos, sobre todo a esos que sólo se nos acercan cada cuatro años para pedirnos el voto. Honestamente creo que, para la ciudadanía, hoy es importante mirar al futuro, mirar al día después, obligar a los políticos a reflexionar en profundidad sobre los objetivos del día después para evitar que, en su ensimismamiento, comiencen a caminar nuevamente sin rumbo razonable y que el sendero no responda más que a la lógica a sus propios intereses, deseos y aspiraciones.

Creo que en el día de hoy Catalunya y España, España y Catalunya se enfrentan a seis retos básicos y fundamentales que podríamos definir como los objetivos del día después:

En primer lugar, señalaría el objetivo de dar por finalizada una de las mayores perversiones, sino la mayor, de la vida política de España en el siglo XXI: una convocatoria electoral perversa. Un proceso que hizo que unas elecciones autonómicas se hayan convertido en unas elecciones plebiscitarias o incluso en un intento de referéndum plebiscitario. Nada puede retorcer más la naturaleza real y jurídica de un proceso electoral.

Consecuentemente, ha sido patente la presencia de un número importante de candidaturas sin programa de gobierno. Jamás tantas candidaturas aportaron tan poco a la definición de la acción y de la vida política de un país.

La lectura de los resultados en clave territorial. La dialéctica escaños versus número de votos (derivada de una errática legislación electoral) y la aplicación de la ley D´Hondt indica que la perversión ha alcanzado niveles insoportables para la racionalidad y el funcionamiento democrático en nuestro país. Aquello de “una persona, un voto” ya no significa lo mismo. La revisión de la normativa electoral se torna inevitable. Dotar de ciertos equilibrios a la representatividad de los territorios tiene el límite de la tolerancia a la racionalidad en el computo de resultados en número de votos y escaños.

La perversión en la forma misma de abordar la acción política: la gestión política se ha venido ocultando tras una convocatoria de elecciones, que a su vez forman parte de un proceso de profundización identitario: pero, por ejemplo … ¿alguien se ha cuestionado la situación económica de la Generalitat?, ¿y el funcionamiento de los servicios públicos esenciales dirigidos por la Generalitat?. La expresión de la perversión en la participación en la campaña de la AEB, de empresas multinacionales, de Instituciones como el Banco de España, de dignatarios como Obama, Cameron o Merkel; la perversión de la utilización de medios de comunicación públicos (TV3) a favor de una candidatura concreta.

La perversión plasmada en una lista electoral en la que el candidato a President no es el número uno de la lista y el número uno de la lista no comparte ideológicamente los puntos de vista del candidato a President de la Generalitat.

En segundo lugar, parece vital poner todos los medios para evitar la reiteración, la profundización en el error:

Por una parte, tenemos a Junts pel Sí y CUP, en la vía de la declaración unilateral de independencia. La pretensión parece ser superar los desafíos de Francésc Maciá (en 1931) y de Lluís Companys (en 1934) y van a encontrar su razón de ser en la ya “eterna” Sentencia del Tribunal Constitucional respecto del Estatut, en la política centralista del gobierno de Madrid, en el agravio y en el expolio económico, en el ninguneo, rechazo y desprecio hacia “lo catalán”, en los intereses electorales de los partidos de ámbito estatal, etc. Podrían valer otros argumentos; en el extremo casi cualquier argumento llega a ser válido y útil para justificar la separación, para superar el marco constitucional y abrir un nuevo camino hacia la “tierra prometida”.

Pero es que en “el otro lado” encontramos a un Partido Popular (prácticamente desaparecido en Catalunya) que aspira, ansía y se coloca al límite de la obsesión y el delirio por convertirse en adalid de la “defensa de la unidad de España”. Se trata de un posicionamiento instrumental concebido como clave y piedra angular para resolver, favorablemente para sus intereses, la competición de las elecciones generales de diciembre de 2015. Génova piensa: cuantas más locuras cometa Mas, mejor nos irá a nosotros fuera de Catalunya. Nos encontramos también con un Partido Socialista Obrero Español aspirante a liderar la alternativa al PP (casi) a cualquier precio, incluso al precio de abandonar el ideario socialdemócrata. Problema para Catalunya, problema para España, problema para Europa. Como novedades emergentes en el mapa político tenemos a Ciudadanos, un partido sin proyecto, pero con estrategia política, capaz de seguir atrayendo votos de la derecha y del centro derecha en Catalunya y en el resto de España y Podemos (aliado con partes de la cuasi desaparecida IU y con movimientos nacionalistas gallegos, valencianos, catalanes, etc.) en liza para desbancar al Partido Socialista como líder de la izquierda estatal y disputar, desde esa posición, el liderazgo en la alternativa al gobierno del PP. Ambos, hijos de la desafección política, del hastío, de las corruptelas, de la crisis, de la crispación, de la inacción. Hijos de los errores de los grandes partidos.

Pocas, escasas, por no decir nulas posibilidades de encontrar altura, talla política en este escenario.

En tercer lugar, tendríamos que empezar a trabajar por restañar y limpiar con mimo y esmero las graves consecuencias de un enorme fraccionamiento. La sociedad catalana está dividida y polarizada no en dos, sino en tres grandes sectores: los nacionalistas-independentistas, los unionistas y finalmente los callados y temerosos (los abstencionistas y todos aquellos que por temor no manifiestan sus posicionamientos políticos). Ese fraccionamiento se manifiesta asimismo en la fragmentación del voto catalán, un voto que confronta emoción y sentimiento frente a la razón. Estamos en el momento del sentimiento y en ese momento aplicar la razón es condición necesaria pero ya no es suficiente. El daño está hecho, el veneno inoculado. Ceguera política: nadie ha tenido la capacidad de verlo.

La solución a estos dilemas y lo enuncio como el cuarto objetivo del día después, se encuentra inevitablemente en el diálogo y en el pacto; en el profundo y solemne respeto y en el establecimiento de escenarios de confianza mutua. Es verdad que esta situación de diálogo y pacto tendrá, entre otros, un coste fiscal cuantificable, probablemente inferior al del cupo vasco-navarro, pero sustantivamente mejor para Catalunya que la situación actual. Esta previsión requerirá de una nueva redistribución de la financiación autonómica y tenemos que ser conscientes de que una solución aceptable para todos exigirá renuncias multilaterales. El reflejo de similitudes con el conflicto Canadá-Quebec, con el conflicto Italia-Padania o con el conflicto Flandes- Valonia son inevitables: los territorios ricos no desean contribuir, o no hacerlo en la medida actual al sostenimiento y desarrollo de los menos favorecidos. La reacción de estos no se dejará esperar. Alguno ya ha hablado y el pacto multilateral no será sencillo. Lanzo un reto: averiguar, en términos de historia económica, las razones de porqué uno es rico y otro no lo es tanto.

La consecuencia evidente de implementar programas de solución se encuentra, inevitablemente, en las reformas en el plano institucional del Estado y sobre todo en resolución definitiva de los conflictos lingüísticos con las comunidades históricas con lengua propia. De estos conflictos deriva el concepto “una nación, una lengua”; ahí aparece la fuente del conflicto, ahí aparece el inicio del malestar, del agravio, de la sensación de poco aprecio. No entender el plurilingüismo como una de nuestras grandes riquezas y la patrimonialización política de la lengua está en la cuna de la exacerbación de “lo identitario”. Craso error. Imprescindible reconducir estos posicionamientos. No olvidemos que en Europa hay más de 200 lenguas y menos de 50 estados nación. No hacer nada es absolutamente suicida para la convivencia política en Catalunya y en España. La opción de “dejar pasar y ver” nunca fue una buena opción; ahora no es ni siquiera una opción. Abordar una Ley Orgánica de Lenguas, asumir la riqueza cultural que aporta el plurilingüismo en España y acabar con la dinámica de llevar continuamente la resolución de estos temas al Tribunal Constitucional, podría ser el punto de partida de este quinto objetivo.

El último objetivo del día después se centra en la formación de gobierno y en la definición de un programa de gobierno (hasta el momento absolutamente inexistente). Fácilmente nos podemos encontrar un President que no es capaz de articular a un grupo parlamentario que, si bien surge de sus filas, tiene preceptos ideológicos bien diferenciados y con una oposición enormemente fragmentada, pocas coincidencias en el plano ideológico y con grandes divergencias en la estrategia de acción política. Se trata de una obviedad derivada de la perversión: nada tiene que ver un Parlament “constituyente” con un Parlament que se conforma para coadyuvar en la gobernación de un territorio. Superar una situación que podría llevar a Catalunya a la ingobernabilidad es uno de los mayores retos del Parlament salido de las urnas.

Parece evidente la conclusión: en Catalunya, como en el resto de España, el día después del 27-S es la hora de la política y de los verdaderos políticos con altura de miras. Aquellos capaces de construir la Catalunya del siglo XXI, la España del siglo XXI y la Europa de los pueblos.

José Manuel Peña Penabad. Economista- Auditor. Miembro de econoNuestra.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Nuevos

Otras entradas