Por su proximidad a la ciudadanía y por el conocimiento directo de las circunstancias que conforman el modo de vida de las personas, las municipalidades son las administraciones públicas llamadas a facilitar una respuesta a los impactos de la crisis social. Afrontan el gran desafío de liderar la reorganización integral de la ciudad para adecuar su estructura a las transformaciones que se están produciendo, a los retos inaplazables que se plantean y todo ello, en un contexto de incertidumbre que podría convertirse en el nuevo paradigma de esta época. Las administraciones locales actuarán desde el ejercicio de sus competencias, su capacidad financiera y sus peculiaridades organizativas.
Querrá ello decir, que ante su ciudadanía y en su ámbito territorial, serán las municipalidades la administración de referencia, la encargada de aunar voluntades, generar sinergias y complementariedades, conseguir establecer parámetros de corresponsabilidad y de compromisos compartidos, etc.
En la mayor parte de Europa, en las urbes más desarrolladas de América del Norte y en algunas de las ciudades asiáticas más “globalizadas” ya se percibe con nitidez un debilitamiento de las tradicionales fuerzas centrípetas asociadas a las economías de aglomeración: muchas actividades urbanas se trasladan fuera de los límites tradicionales de la “ciudad”. Aparecen así entornos metropolitanos o “regionales” menos densos, más difusos y con necesidad de interconexión física y telemática.
En este contexto, el pensamiento del “hecho urbano” comienza a apostar firmemente por el policentrismo tanto en la escala continental, como en la escala regional y en la de las áreas metropolitanas. De la misma forma, los paisajes metapolitanos, aparecen hoy como campo de pruebas para políticas, estrategias y proyectos, orientados no sólo a proteger espacios naturales, sino a rescatar el valor que los paisajes humanizados representan para el territorio, en términos de dinamización económica, social y cultural.
Los retos y oportunidades urbanos son contextualmente muy diferentes, por lo que las respuestas deben de variar consecuentemente. Sin embargo, hay ciertos principios importantes que pueden ser observados:
- Cooperación
Los gobiernos necesitan volverse más sensibles a las amenazas y oportunidades presentadas por un rápido crecimiento urbano. Es necesario movilizar el apoyo activo a través de las diferentes esferas de los gobiernos para asegurar un enfoque coordinado del planeamiento y la administración de las ciudades y pueblos.
- Articulación
La implementación de una política nacional urbana, requiere un proceso técnico sostenido para desarrollar los fundamentos legales precisos, reforzar las capacidades institucionales, los procedimientos administrativos y los instrumentos técnicos y financieros para perseguir esta agenda de manera efectiva.
- Multiplicidad y representatividad
La participación e implicación activa de las ciudades es imprescindible para alcanzar la mayor parte de los objetivos de los ODS, de los establecidos en la NAU-Habitat III, en la Agenda Urbana para la UE, etc. Se requiere la colaboración activa entre el conjunto de las esferas de gobierno.
Las leyes y políticas urbanas se benefician de la cooperación activa entre las esferas de gobierno y la descentralización de poderes, responsabilidades y recursos seleccionados hacia instituciones al nivel de ciudad. El gobierno local está mejor ubicado para hacer mejor la “gestión de las interdependencias y de las diferencias” debido a que tiene un conocimiento superior, una mayor perspectiva y afronta procesos de rendición de cuentas para administrar el desarrollo urbano de una forma integral. Las instituciones a nivel de ciudad pueden participar de manera más efectiva con las comunidades locales, inversionistas privados y otros intereses para construir una agenda estratégica común para el futuro de la ciudad.
- Compacidad
Un objetivo importante será administrar la expansión periférica de las ciudades en favor de un crecimiento urbano más compacto e inclusivo. Esto tenderá a requerir de planeamiento estratégico y de coordinación justamente en los límites, en los mecanismos de contención, en las “fronteras administrativas” en donde los municipios han de coordinarse, cooperar y colaborar.
- Corresponsabilidad
La consolidación urbana requiere de esfuerzos proactivos para aumentar la cantidad y calidad del suelo que se desarrolla dentro del núcleo urbano y a lo largo de sus corredores de transporte. Se requerirá un uso más intensivo del suelo vacante bien ubicado y de infraestructuras mejoradas. Se requieren esfuerzos positivos para renovar y modernizar la infraestructura urbana existente, promover formas de desarrollo y reorganización dentro del centro de las ciudades que favorezcan la densidad, y alentar usos más intensivos de suelo vacante y sub-utilizado en zonas bien ubicadas. Esto tiende a ir de la mano con más desarrollo de usos mixtos y menos segregación en los usos del suelo.
- Prospección
Planear los procesos de urbanización por adelantado (del suelo y de las infraestructuras) es menos disruptivo y más efectivo socialmente, desde la perspectiva costo-beneficio, que tratar de reparar, re-desarrollar o reubicar los asentamientos informales una vez se han establecido.
- Múltiples escalas
La política urbana requiere una perspectiva territorial amplia para regiones metropolitanas, incluyendo conectividad más sólida entre ciudades, pueblos y áreas rurales. Esto mejora la eficacia y la eficiencia funcional de las regiones metropolitanas. Una mayor cooperación y conectividad entre ciudades también permite la especialización industrial y el desarrollo de fortalezas distintivas y complementarias.
- Educación ambiental
La educación ambiental es un proceso destinado a la formación de una ciudadanía que forme valores, aclare conceptos y desarrolle las habilidades y las actitudes necesarias para una convivencia armónica entre los seres humanos, su cultura y su medio ambiente.
Bajo estos principios generales, está emergiendo una nueva generación de políticas urbanas nacionales más consciente de la gravedad de las cuestiones en juego, más ambiciosa en su alcance y más integrada en su enfoque que las políticas urbanas anteriores. Asimismo, dichas políticas buscan integrarse con el marco estratégico y normativo pre-existente, como es el caso de la “cascada de planificación estratégica” (ODS de la Agenda 2030, la NAU Habitat III, la Agenda Urbana para la UE, etc.), las leyes marco (leyes de planificación urbana, leyes del ambiente, etc.) o decretos y reglamentos de ámbito estatal o planes reguladores o proyectos de renovación urbana de ámbito local.