Fortalecer la democracia española es un ejercicio (individual y colectivo) de estudio y reflexión serena, de compromiso y corresponsabilidad, de inteligencia y generosidad, características especialmente ausentes en nuestra clase política.
Publicado en Mundiario el 23 de septiembre de 2023
A lo largo de los últimos años hemos leído, escuchado y visto en medios de comunicación que la democracia española se estaba debilitando. Paralelamente, y como no podía ser de otra forma, la ciudadanía iba mostrando, por una parte, su hartazgo hacia una “clase política” cuyos comportamientos eran y son cada vez más difíciles de comprender por el común de los mortales. Al mismo tiempo, esa misma sociedad se resquebrajaba y empezaba a transitar por el camino de quién no escucha más que lo que quiere oír. Se ha conformado una sociedad “apolítica”, “polarizada” y bastante “hooligan” (cada uno con fe ciega y acrítica con los suyos, claro).
Hoy en día resulta relativamente sencillo asistir a programas radiofónicos o televisivos en los que se habla de la “crisis del régimen del 78” o del “debilitamiento institucional español”. Por doquier se escucha: que si el Senado …, que si el Consejo General del Poder Judicial …, que si el Tribunal Constitucional … , que si el sistema de partidos políticos … , …
Empezaré diciendo que lo del “régimen del 78” me parece una expresión francamente – nunca mejor dicho – desafortunada. Simplemente, porque el llamado “régimen del 78” – en términos históricos- jamás existió y si con ello alguien quiere referirse a la culminación de un proceso consistente en traer a España una Constitución y un régimen democrático de corte liberal, permítaseme que afirme que sigue sin tratarse de un “régimen” y que es merecedor de algo más de respeto. Bienvenido sea el 78 y los cuarenta y cinco años posteriores, porque fueron el fruto de una incansable lucha interclasista de muchas gentes que batallaron, algunos hasta la muerte, por las libertades en este país. ¡Que han pasado 45 años y que nuestra democracia requiere retoques o ajustes! No lo voy a discutir, pero nada de “régimen” y un poco de respeto (sobre todo por parte de los que ni estaban allí, ni nada hicieron para hacernos llegar a donde hoy estamos).
Corresponde a todos los partidos políticos y, con más razón, a los que tienen representación parlamentaria, trabajar por ajustar y fortalecer nuestra democracia liberal parlamentaria. Para dejar claro lo que quiero decir: es absolutamente ilegítimo anteponer los intereses de partido a los intereses generales y a los deberes establecidos en el marco constitucional. Esta afirmación está en la letra (art. 6 CE) y en el espíritu de nuestra Constitución. Acto seguido afirmo: todos los partidos políticos del arco parlamentario están afectados y, de una u otra forma, con mayor o menor gravedad, trufados por esos comportamientos ilegítimos. Creo que ya vale de arrastrar por el fango de la ignominia al armazón institucional del Estado.
Centremos ahora el foco de la reflexión en dos aspectos que sobresalen en la caracterización de la inmediata y rabiosa actualidad de la política española: la investidura y el espectro de la amnistía.
En el proceso de investidura se están detectando varios problemas:
Que un mes es un período muy largo cuando no se tiene una causa justificada para ocuparlo conveniente y adecuadamente. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo (en adelante, A.N.F.), recibió el encargo de investidura del rey Felipe VI, el martes 22 de agosto tras reunirse con el monarca en Zarzuela en el cierre de la primera ronda de consultas. La presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol, comunicó, en la mañana del miércoles 23 de agosto que la fecha de la investidura sería el 26/27 de septiembre para «darle tiempo» a Núñez Feijoo para conformar una mayoría de gobierno. 34 días de trabajo por delante para conseguir el objetivo: lograr 4 votos en el Congreso que sumar a los del PP, VOX, UPN y CC (172) y que llevaran a A.N.F a la Moncloa.
Que parece cada vez más claro que no se puede ser, o pretender ser, jefe de gobierno y ejercer las funciones propias de jefe de la oposición. Es legal y legítimo que el Partido Popular convoque lo que considere oportuno: acto cívico o ciudadano abierto, acto de partido, manifestación bajo el lema que consideren, etc. pero también parece que es altamente inconveniente convocar actos cívicos de carácter preventivo a dos días del debate de investidura. Además, convocan un evento contra algo que todavía no se ha producido. Ese evento parece destinado, más que a reforzar la candidatura de A.N.F. a la investidura, a armar al PP para pelear contra otra posible candidatura y a hacerlo incluso antes de que el jefe del Estado se lo encomiende a un candidato alternativo.
Que SUMAR empieza a mostrar síntomas de una importante debilidad parlamentaria: las heridas con la dirección de PODEMOS siguen ahí: PODEMOS manifiesta que va a exigir el nombramiento de una ministra, etc. Por otra parte, queda patente y claro que SUMAR no dispone de un modelo territorial definido: únicamente se decantan por el etéreo, inconcreto e indefinido “derecho a decidir”. En tercer lugar, SUMAR deja entrever que su lideresa es presa de cierto “tic” de hiperactividad y que, consecuentemente, comete errores graves: la visita a Waterloo de quién ostenta una vicepresidencia en funciones del gobierno de España, la aceptación de un referéndum, únicamente en Cataluña, sobre los contenidos de los posibles acuerdos de la mesa catalana de diálogo (ya sería el colmo que en una mesa catalana de diálogo y con un referéndum -sólo- en Cataluña se decidiera “establecer” un sistema federal en España) y la petición de que A.N.F. renuncie a presentarse en la sesión de investidura. Más adelante explicaré la razón de considerar esta petición de Yolanda Díaz como un error.
Que para el PSOE este largo mes se está complicando más de lo deseable, sobre todo para su dirigencia:
Estamos perdiendo la posibilidad de obtener resultados satisfactorios del ejercicio de una presidencia de turno de la UE ejecutada a medio gas. No estaría nada mal colocar a Nadia Calviño en el BEI, pero como resultado de la presidencia española sería más bien escaso el éxito.
Se visualiza una fisura, una división interna de cierto calado. De alguna manera el PSOE se desangra por el lado de la dirigencia veterana e histórica del partido. Es verdad que se trata del sector más centroderechista del PSOE pero no por ello, es desdeñable: Felipe González, Alfonso Guerra, Nicolás Redondo, Javier Lambán, Emiliano García-Page, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, etc.
Parece que el PSOE comparte la idea de Yolanda Díaz en cuanto a que consideran que A.N.F debería retirarse del proceso de investidura. Error. Más me preocuparía yo de asegurarme que no vayan a aparecer justamente CUATRO diputados del PSOE que se envuelvan en la bandera de salvadores de las siglas del partido, de la patria y de la unidad de España y voten en contra del “demoníaco“ Sánchez, justamente en el investidura de A.N.F.
Las dificultades objetivas de conformar un relato “post-fracaso” de la investidura de A.N.F que sea útil, tanto para el debate de investidura de Sánchez, como para una posible campaña de repetición electoral para enero de 2024.
La fisura interna desmoviliza, la ausencia de relato desmoviliza y en enero de 2024 la derecha irá “con todo” ya que la coalición PP – VOX estará descontada en ese momento.
¿Existe algún problema de fondo que complica la comprensión ciudadana de lo que está ocurriendo? En mi forma de ver las cosas, se produce, en este momento, la conjunción de tres problemas de fondo: el concepto de ganador de las elecciones del 23-J, el uso del lenguaje en la política y el espectro de la amnistía. Veamos:
¿QUIÉN DEMONIOS GANÓ LAS ELECCIONES DEL 23 DE JULIO DE 2023?
El Partido Popular afirma, y parece tener interiorizado, que ha ganado las elecciones. Desde el punto de vista del número de votos y escaños obtenidos, es verdad que es el partido que ha obtenido mejores resultados. Ha sido la lista más votada. La cuestión no es esa. La cuestión es conocer cómo funciona una democracia parlamentaria proporcional.
En un sistema parlamentario, como el español, no puede decir “hemos ganado las elecciones” quien, por una parte, ha ganado en votos y en parlamentarios y quien, por otra parte, no es capaz de obtener el número de votos (de diputados) necesarios para ser investido para gobernar (176). Por ello, como acto democrático de fortalecimiento de nuestro parlamentarismo, parece muy conveniente que el candidato A.N.F. se presente ante la Cámara, explique su proyecto político, explicite ante los parlamentarios su modelo de Estado y que, posteriormente, se vote y se vea si ha ganado o no las elecciones. Si en la investidura no gana la votación, será que ha perdido las elecciones, ya que son los votos de los diputados del Congreso quienes eligen al presidente del Gobierno. Por esta razón A.N.F. no debe retirarse. Debe acudir al Congreso y ahí veremos (la ciudadanía, el PP y el propio A.N.F.) que efectivamente no ganó las elecciones. Es la democracia parlamentaria proporcional. Yerran PSOE y SUMAR. Fortalecer la democracia nunca es tiempo perdido y, además, demos por bueno todo el tiempo empleado en asentarla y respetarla.
Pero hay más. El PP plantea:
que el PSOE (todo, parte, o simplemente “4 buenos socialistas” – tránsfugas, eso sí-) les voten o faciliten el gobierno a Alberto Núñez Feijóo y esto lo pide el PP ¿acaso porque comparten una parte significativa de sus respectivos programas? o ¿acaso porque ha de ser el Partido Socialista Obrero Español el que, de un plumazo, ajusticie y entierre al “sanchismo”?
que el candidato que venga detrás de la investidura de A.N.F, si esta fracasa, se encuentre deslegitimado ante su propio proceso de investidura. ¿Cómo va a gobernar este “perro txánchez” si yo gané las elecciones? De forma que, aunque Pedro Sánchez ganara la investidura, vendrían años de combate al “gobierno ilegítimo”.
EL USO DEL LENGUAJE EN LA POLÍTICA
Asumamos que la política es la actividad de los que gobiernan o aspiran a gobernar los asuntos que afectan a la sociedad o a un país. Tarea noble y de gran responsabilidad en la que la comunicación con la ciudadanía es clave y en la que ética y pedagogía son características irremplazables. Veamos unas cuantas perlas de la prensa de hoy mismo:
“En dos días, se cargaron el Estatuto de Autonomía, se cargaron la Constitución y montaron un Estado independiente”, Felipe González.
“Yo no he sido disidente ni desleal, lo habrá sido el otro [Sánchez] por pactar con Podemos”, Alfonso Guerra.
“Hay políticos que, cuando hablan, hacen subir el precio de la cal viva”, Carles Puigdemont.
“Son tiempos dramáticos porque existe un riesgo cierto, existencial, para la continuidad de España como nación”, José María Aznar.
“El PSOE pone España a la venta”, Borja Sémper.
Permítanme aseverar que este tipo de expresiones no son éticas, no son pedagógicas y poco o nada tienen que ver con la política. Las estridencias, las medias verdades o la falsedad no contribuyen “a la formación y manifestación de la voluntad popular” que exige el art. 6 de la CE a los partidos políticos. Se trata únicamente de grandilocuentes palabras llenas de falsedades y vacías de contenido.
EL ESPECTRO DE LA AMNISTÍA
Al abordar esta singular y controvertida materia deberemos tener absolutamente clara una cuestión y es que vamos a hablar sobre algo que realmente no está sobre la mesa. Quiero decir que no se ha podido leer su justificación, su contenido, su alcance ni sus especificidades. Por tanto, no existen cuestiones a debate más allá del significado mismo de una amnistía: proceso legal, mediante el cual se condonan y perdonan (se llevan al olvido, según la propia etimología), a efectos jurídicos, las consecuencias de la comisión de una serie de delitos.
A pesar de ello, personas doctas e ilustradas en materia jurídica ya se han posicionado en favor de su constitucionalidad o inconstitucionalidad. Cual si se tratara de ramificaciones de los grandes partidos políticos de nuestro país, magistrados y magistradas se ha posicionado sobre la oportunidad y conveniencia de abordar esta cuestión escondiendo la piedra bajo el texto constitucional. Es decir, han trasladado una opinión política edulcorándola de tecnicismo jurídico. Valga aquí lo reseñado para el rol de los partidos políticos en la Constitución. No parece que este sea el papel de las agrupaciones profesionales de magistrados y magistradas: confundir y aturdir a la ciudadanía. En cualquier caso, analicemos someramente las argumentaciones que se nos ofrecen.
Antes de empezar vamos a plantear dos preguntas previas: ¿nos interesa pacificar el tema de Cataluña o no? ¿nos interesa volver a la situación de 2017 o generar las condiciones que eviten que tales circunstancias se repitan? Si la respuesta es que lo que nos interesa es “incendiar” Cataluña, no le importa lo que va a poder leer a continuación. Para los que respondan en una línea bien diferente, reconozco, amigo lector, que yo no era en absoluto partidario de los indultos ni de la modificación del Código Penal respecto a los delitos de sedición y malversación. Ese error de visión me da cierta legitimidad para, respondidas estas cuestiones previas, proponerte asumir la siguiente afirmación: después de los indultos Cataluña está mejor y el independentismo está peor. Ha mejorado la calidad de la convivencia ciudadana, ha bajado notablemente la tensión social existente en 2017 y 2018, y para razonar el empeoramiento del independentismo, me remitiré a los resultados de las elecciones del 23-J. Es decir, los beneficios obtenidos superaron a los perjuicios derivados de la norma.
Dicho lo cual, veamos los argumentos que habitualmente se manejan en contra de la amnistía:
1. Se señala que las amnistías se dan únicamente cuando hay un cambio de régimen. Efectivamente esto pasó en España (1977) pero se han otorgado otro tipo de amnistías en las que no se ha producido ningún cambio de régimen. Por ejemplo, en Reino Unido con la Ley de legado y reconciliación de Irlanda del Norte, impulsada por el gobierno conservador, liderado por Rishi Sunak, no se ha producido cambio de régimen alguno. En Francia se han promulgado hasta nueve leyes de amnistía desde 1951 y ninguna vinculada a cambio de régimen. Recientemente, en Portugal se ha aprobado una ley de amnistía para jóvenes de entre 16 y 30 años por delitos y faltas leves. Viene muy al caso Alemania, en cuya Constitución no se encuentra referencia alguna a la amnistía y sin embargo, se han promulgado leyes que han funcionado como tal, reformas de su Código Penal en idéntica dirección y, en septiembre de 2009, se promulgó una ley de rehabilitación que “amnistió” a quienes los nazis habían condenado por traidores.
2. La amnistía es un olvido del delito como si no hubiera existido. Esta afirmación es una tremenda y grave falsedad. Lo que pretenden este tipo de medidas de gracia es eliminar los efectos del delito, por tanto, el delito existe y perdura, lo que no existe son las consecuencias de haber cometido ese delito.
En la España de 1977 se amnistiaron, entre otros, a terroristas con delitos de sangre y a torturadores (¡claro, ahora preferimos obviarlo!). ¿Alguien puede pensar que no ha habido comisión de delito o que puedan volver a cometer impunemente esos mismos actos? Es decir, ¿alguien puede pensar que el terrorismo y la tortura quedaron amnistiados en España?
3. Los independentistas no solo no dicen que se arrepienten, sino que dicen que lo volverán a hacer.
¡Pero, vamos a ver! Pensar que el independentismo va a decir que no van a volver a hacerlo es de una ingenuidad asombrosa y, además, que lo digan o no, es bastante irrelevante. Lo que habrá que hacer es procurar que cada vez tengan menos fuerza (menos votos), menos representación y una menor capacidad de movilización. La clave no es que digan que no han de volver a hacerlo, la clave es que no puedan hacerlo y que, si lo hacen, sepan que el peso de la ley volverá a caer sobre ellos.
4. La amnistía es imposible porque si el indulto general está prohibido en la C.E. y es menor, ¿Cómo se va a poder aceptar lo mayor, que es la amnistía?
Esta cuestión la resuelve, precisamente, una Sentencia del Tribunal Constitucional de 2008 que señala que la diferencia entre indulto y amnistía no es de orden cuantitativo, sino que amnistía e indulto son de naturaleza diferente, con dos actores diferentes: ejecutivo y legislativo.
5. Se va a conceder una amnistía a cambio de un puñado de votos en el Congreso de los Diputados para conseguir una investidura.
Se trata, quizá, del razonamiento más querido del “anti-sanchismo”. Evidentemente no estoy en el pensamiento de Pedro Sánchez ni pertenezco al círculo de influencia o de “abrazafarolas” del presidente, pero sí diré que este argumento carece de peso alguno. Cualquier medida de gracia, y la amnistía lo es, hay que justificarla debidamente. No es posible otorgar una amnistía amparada en la gobernabilidad de España. No se puede dar una medida de gracia a cambio de un puñado de votos en el Congreso al objeto de obtener una investidura. Se trata de impulsar una Ley Orgánica en la que, en su exposición de motivos, se expliquen las razones públicas de orden político superior que se pretenden obtener a través de desarrollo de esta medida o conjunto de medidas. Ha de tratarse de que se fortalezca la democracia, que se fortalezca el Estado, que se fortalezca el estado de Derecho, que se refuercen los sistemas de convivencia, etc.
CONCLUSIONES:
1. Una medida de gracia podría devolver el debate del campo emocional al campo racional. Este es un aspecto fundamental: nada se avanzará en mesa de diálogo alguna si la mitad de los interlocutores hablan en términos de emotividad, simbología, mitos y leyendas y otra parte es puramente racionalista.
2. Es preciso encontrar una solución que pacifique Cataluña y fortalezca la democracia española. Quizá haya que otorgar una medida de gracia con el instrumento jurídico que proceda en el ámbito de la Constitución española. En todo caso, que el Parlamento acuerde y que el Tribunal Constitucional se pronuncie. Nuevamente, reforzamos nuestro sistema de convivencia. Por otra parte, lo que no parece muy de recibo es que los jefes de todo aquello de 2017 estén indultados y ahora se sancione a todos los demás participantes.
3. Sería bueno que los catalanes supieran que irse del Estado español no es irse simplemente de España. Es irse de la Unión Europea y hacerlo de forma automática. Es bueno que tomen conciencia de que nos encontramos en un estado europeo en el que tenemos soberanía compartida. Es bueno que sepan que se van de la órbita del euro y que su deuda se convertiría en algo pavoroso. Es bueno que piensen acerca de quienes serían sus aliados estratégicos de futuro.
4. Me parece muy importante que las fuerzas independentistas de Cataluña, de Euskadi y de Galicia entren en el juego democrático del país y lo hagan en el ámbito del parlamento. Porque, en caso contrario, la derecha española siempre estará prisionera de VOX y parece importante que la derecha española pudiera pactar con otras fuerzas políticas que no sea la derecha extrema de VOX.
“Si en este país la gente hablara de lo que sabe, se haría un inmenso silencio”, Manuel Azaña.