«Nelson Mandela, quiero decirte que no vengo a cantar la parte triste de una canción que nos haga llorar. Nelson Mandela, quiero pedirte que me dejes contar la más hermosa historia de amor que nos pueda llegar».
Activista contra el apartheid, estuvo encarcelado casi veintiocho años en la penosa y minúscula celda 466/64 de Robben Island. Hasta el 11 de febrero de 1990. La realidad de su vida nos dice que pasó sesenta y siete años trabajando por la paz y la justicia social.
Madiba, como le llama su pueblo, es un hombre que se caracteriza por su enorme valentía moral; por su gran, casi desmedida, generosidad política; por rechazar el rencor, tanto personal como político; por interiorizar y transmitir que la revancha y la venganza son sendas de un camino que no conducen a ninguna parte.
Líder carismático, símbolo de la lucha antiapartheid, comprometido con métodos no violentos de resistencia, fue capaz de atraer y conquistar a sus enemigos a base de integridad y sinceridad, utilizando la generosidad y el perdón como armas políticas para lograr aquello a lo que dedicó su vida: la liberación de su pueblo, la democracia y la paz.
Mandela desarrolló ingeniosas y osadas políticas de reconciliación nacional. Fue capaz de transformar símbolos de división racial en instrumentos de unidad nacional. Capaz de convertir un acontecimiento deportivo, que simbolizaba la supremacía racial blanca, en un momento de reconciliación eufórica y generosa en la que era, hasta hacía muy poco, la nación con mayor división racial del planeta.
Es un político que no cree en la «corrección política», un hombre creativo capaz de pensar fuera de lo establecido.
Mandela afirmó que «mi ideal más querido es el de una sociedad libre y democrática en la que todos podamos vivir en armonía y con iguales posibilidades«, porque es consciente de que no hay verdaderamente libertad mientras haya situaciones sociales de injusticia objetiva.
Espero que su vida pueda servir como un faro para algunos políticos que parecen haber perdido la orientación y como inspiración a una nueva generación de grandes políticos; esos de los que tanto carecemos.
Mandela empezó en Sudáfrica una labor que hay que extender, que hay que universalizar, empezando por su continente donde se está cometiendo el mayor genocidio de la historia de la humanidad. África está siendo diezmada, exterminada por las guerras, los intereses geoestratégicos y económicos, por el hambre y el sida.Un hombre que tomó la decisión de ser el padre de su nación, con el coste irremediable y ciertamente doloroso, de no ser padre de sus hijos. Un hombre que asumió lenguas propias y ajenas (xhosa, afrikaner, inglés), con tal de construir una nación; que recreó Sudáfrica y creó sudafricanos.
«Free Nelson Mandela». Amy Winehouse.