Expresar cualquier tipo de idea o pensamiento desde el odio, la ira o el rencor ha sido, en el contexto de los procesos históricos, el origen de acontecimientos cuya evolución ha desembocado en las mayores tragedias de la humanidad. En mi opinión, en esta forma de proceder está la esencia de una barbarie de la que la humanidad no es capaz de desprenderse.
Se comprenderá, por tanto, y hasta se podrá compartir, que expresarse de esta forma ha conducido directamente al “enfangamiento” de la política nacional (y no solo nacional, pero vamos a centrarnos en lo nuestro).
En diversas ocasiones he tratado de explicar la enorme complejidad de los retos y problemas que deberían afrontar -y no afrontan- los gobiernos nacionales, las entidades supranacionales y el complejo entramado multilateral existente. Instituciones rotas, un estado clientelar de partidos, el estrepitoso fracaso de los sistemas de control y fiscalización, el resurgir de la extrema derecha en España, en Europa y en el mundo, la falta de ética en el comportamiento de la clase política, las vinculaciones y dependencias con pléyades infinitas de intereses espurios, … son consideraciones que nos podrían llevar a contemplar una situación “cuasi apocalíptica”.
No me escapo de ese diagnóstico si al mismo tiempo señalo que la acción política debe dirigirse a tratar de resolver ese amplio y complicado puzzle.
Dicho resumidamente: la situación de la política española es de una complejidad notoria, pero la política es “el arte de lo posible” y las personas que ejercen esa “noble actividad” están llamadas a resolver los problemas que se plantean en sociedad (y no a generarlos, dicho sea de paso).
En este marco, Pedro Sánchez, en su calidad de presidente del Gobierno de España, ha colocado a la sociedad española en una encrucijada de la que no estoy muy seguro de que hayamos sido capaces de ver la plenitud de sus posibles consecuencias, todas ellas de muy mal augurio.
El atolladero en el que se ha -nos ha- metido el Presidente Sánchez requiere un análisis de sus razones, los ”porqués” de llevar a la sociedad española a una situación de incerteza, intranquilidad e incertidumbre.
Trataré de explicar diferentes perspectivas de las causas por las que un Presidente escribe una carta a sus conciudadanos y conciudadanas.
Se podrán argüir razones fundamentadas en motivaciones de tipo personal. Es verdad que el Presidente Sánchez ha recibido ataques furibundos que van mucho más allá de la actividad del Pedro Sánchez Pérez-Castejón que se dedica a la política. Algunos dirán que, merecidamente, se le ha insultado y vilipendiado a él, a su familia y a su familia política. Otra perspectiva nos podría llevar a que Sánchez es una persona orientada al “éxito personal” y que sus cimientos se han tambaleado ante lo miserable de los golpes recibidos, porque a pesar de ser una persona de éxito conoce los límites que existen para lograr éxito y reconocimiento personal. Evidentemente estas situaciones desgastan y ello ha llevado a considerar que, si la motivación de escribir “esa carta” es personal, bueno, pues es entendible y no se ve mal.
Puedo compartir esta reflexión, pero permitidme hacer un apunte: ¿Puede humanizarse un Presidente que se ha presentado a sí mismo como un ”Manual de Resiliencia”?, ¿Puede un Presidente “anteponer” su situación personal al “inmenso honor” (y deber) de presidir un Consejo de Ministros? ¿Puede un Presidente colocar a un país ante un abismo (de profundidad no calculada) con la finalidad de abrir un debate presuntamente moralizante acerca del desarrollo de la actividad política?
Respecto a la orientación personal a ”éxito”, ¿Conocéis algún personaje político cuya personalidad no contemple esta característica?. Simplemente esa persona no podría ser candidata a ocupar y ejercer el poder, fin primero y último de los partidos políticos.
Por otra parte, se han argumentado motivaciones de táctica o de estrategia política. Medios de comunicación y políticos de diversa orientación han señalado como negativas todas las posibles consideraciones en este ámbito: se identifican con el sentido de Pedro Sánchez de permanencia (a toda costa) en el poder. Obviamente es una posibilidad plausible, pero ese escenario plantea otras posibilidades:
Que pretendiera lanzar o propiciar un debate general sobre los límites de algunos aspectos de la crítica política (sería positivo, ¿no?).
Que mostrara un cierto grado de frustración política derivado de la incomprensión de al menos la mitad de los españoles y de la deslealtad en el comportamiento político de Junts x Cat respecto – por ejemplo- de la ley de amnistía.
Que pretendiera mostrar una preocupación -muy real esta vez- por la injerencia de una parte de la judicatura en la política y por la realidad de una justicia bloqueada por deseo expreso de un partido político que maneja sus “hilos” en esa judicatura.
Abordadas las motivaciones de tipo personal y aquellas vinculadas al tacticismo o a la estrategia política, cabe una referencia al control y la fiscalización de la actuación del Gobierno. He leído y escuchado que, con este movimiento, Sánchez pretende subvertir y limitar la capacidad de control y fiscalización de la oposición acerca de la acción política del Gobierno. Sería muy, muy grave y no creo que el Presidente contemple siquiera tal posibilidad. Mi opinión es que se trata de una capacidad ilimitada y de una facultad que no se puede cercenar a los partidos políticos que la ciudadanía ha colocado en la bancada de la oposición. La acción de gobierno se legitima de varias formas y una de ellas es no limitando ni entorpeciendo la labor de la oposición en el seno de los instrumentos de control.
Cierto es que la oposición ha de utilizar de forma seria y rigurosa la crítica política en los citados ámbitos. Su único límite es salirse del marco de la acción de gobierno y dedicar su facultad constitucional al acoso y derribo, con ataques dirigidos a las personas que ocupan -legítimamente- cargos públicos, poniendo en cuestión asuntos que nada tienen que ver con su actuación.
Llegados a este punto nos preguntamos: ¿Estamos ante una ingenuidad del Presidente? Lo descarto y lo hago porque, en su exposición, él mismo afirma no ser ningún ingenuo. ¿Estamos ante un acto irresponsable del Presidente? No podría ser, aunque lo desearía, categórico al respecto. En sí mismo asiste a Pedro Sánchez Pérez-Castejón el derecho a reflexionar sobre su destino pero no tengo nada claro que asista, al Presidente Sánchez, la facultad de dirigirse a la ciudadanía española comunicándole que se toma unos días de reflexión para decidir … ¿El qué? ¿Si sigue o no? Es que ¿Se va a “moralizar” la vida política española con una moción de confianza, con una disolución de las Cámaras o con la dimisión o la continuidad del Presidente?.
Me asaltan dudas acerca de si Sánchez -Presidente- ha analizado serenamente las posibles -e indeseadas- consecuencias de sus días de reflexión. En el plano nacional, elecciones en Cataluña; en el plano europeo, elecciones el 9 de junio; en el plano internacional: guerra de Rusia – Ucrania y la masacre de Israel en Gaza. Y ante esto, el secretario general del PSOE, el Presidente del Gobierno de España y el Presidente de la internacional Socialista siente la necesidad de decir: “párese el mundo, que necesito un respiro y un Escitalopram ”.
Intentando ser ecuánime y toda vez que yo mismo pasé por el camino de las denuncias falsas (2008) y por el del desprecio, el ninguneo y el arrinconamiento profesional y personal (2020), empatizo con la persona Sánchez Pérez-Castejón y condeno con rotundidad y sin reserva alguna todas las descalificaciones -que son muchas y muy graves- que se le han dirigido, especialmente en los últimos 4 años.
Al mismo tiempo debo pedirle que haga 3 reflexiones. Una primera, de hondo calado: Pedro, el proyecto político es colectivo o no es. No hace falta decir más. Segundo: has de proteger al PSOE y a la Internacional Socialista. Su salvaguarda es de gran relevancia para España y para el Planeta. Tu decisión – que no debiera ser únicamente tuya- puede provocar una implosión de efectos devastadores. No hará falta explicar mucho más. A buen entendedor … Tercera: Ostentando el poder y con el instrumento del BOE, casi todo es posible. Incluso la utopía de “moralizar” la vida política. Fuera del poder, casi nada se puede hacer para cambiar el estado de las cosas.
Concluyo, Presidente, con una frase, creo que muy al caso, de Karl Marx, “la peor lucha es la que no se hace”. @mundiario
Fuente: Mundiario – Autor: José Manuel Peña Penabad.