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Síntesis conceptual del modelo urbano sostenible

“El hombre es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras”.

Aristóteles

Si te interesa disponer de más ideas respecto del modelo desarrollo urbano sostenible, en el apartado «Descargas AU» de este menú podrás acceder a un documento (en word) sobre el tema.

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La ciudad tradicional, compacta, integradora de funciones y relaciones y con unos límites precisos, presenta unas características socioeconómicas que están desapareciendo, debido a los cambios macroeconómicos que se desarrollan a escala global y a los procesos de expansión urbana que afectan con distinta intensidad a la mayoría de las ciudades del mundo.

La ciudad se extiende y a su vez deja de ser ciudad para convertirse en urbanización: se pierde la estructura de la ciudad y gran parte de las interacciones ambientales y sociales que se daban en ella. En estos nuevos escenarios aparecen nuevas formas de habitar el territorio ligadas a las pautas de expansión dispersa del fenómeno urbano.

Uno de los principales motores de esta dispersión ha sido el incremento de las posibilidades de movilidad individual, ligada a la política vial desarrollada al margen de la ordenación territorial y urbanística.

Muchos autores coinciden en que la expansión de la urbanización dispersa se produce actualmente en la ausencia de un marco general de planificación y gestión urbanística y territorial.

El resultado de la ocupación explosiva del territorio, produciendo la dispersión de la ciudad y, con ella, la insularización de los espacios naturales, genera impactos ambientales de primer orden: pérdida de biodiversidad, impermeabilización y sellado del suelo, distorsión del ciclo hidrológico, aumento del consumo energético, etc. e impactos sociales relacionados con el aislamiento y la especialización funcional (segregación social, inseguridad, encarecimiento de servicios, etc.).

El actual proceso de dispersión urbana parece ser pues el más impactante de todas las formas de habitar el territorio, en la medida que no solamente produce efectos negativos, ambientales o sociales, en las zonas rurales que progresivamente ocupa y degrada, sino también en el propio medio urbano.

Numerosas iniciativas a nivel institucional se han hecho eco de estos problemas y constatan la necesidad de promover un desarrollo urbano más inteligente, sostenible y socialmente más inclusivo en las ciudades y áreas urbanas europeas, como son la Declaración de Toledo sobre regeneración urbana integrada[1] o la Carta de Leipzig sobre Ciudades Europeas Sostenibles[2].

Ambos documentos han sipo acordados por los ministros de desarrollo urbano y vivienda de los estados miembros de la Unión Europea y sus principios están en consonancia con el modelo urbano de referencia que aquí se plantea, siendo esta última revisada en 2020: Nueva Carta de Leipzig[3].

Si todos los desarrollos urbanos son ecosistemas, ¿Cómo distinguir el urbanismo ecológico de aquel que no lo es? ¿Cuáles son las razones para calificar a un nuevo desarrollo como «ecológico»? Pues, como no podría ser de otra forma, por el sistema de restricciones (indicadores y condicionantes) y sus características.

El primer conjunto de restricciones viene determinado por el contexto y por alcanzar una mayor eficiencia del sistema urbano. En el urbanismo ecológico, la función guía se minimiza (proceso hacia la sostenibilidad urbana), haciendo que los recursos que necesitamos para mantener o hacer más compleja la organización urbana sean cada vez menores o, al menos, que la tasa de incremento del consumo de recursos sea proporcionalmente menor que la tasa de incremento de organización urbana obtenida.

Los sistemas urbanos que, en la medida de sus posibilidades, busquen la autosuficiencia y el autoabastecimiento de energía, agua, materiales y alimentos a escala local, sin sobreexplotar los sistemas de soporte, reducirán las incertidumbres y, por el contrario, aumentarán su capacidad de anticipación y de resiliencia. Si, además, estos sistemas urbanos reducen el valor de la función guía, es decir, reducen el consumo de recursos, manteniendo o incluso aumentando su complejidad organizada, entonces el proceso de cambio hacia el futuro aumenta en estabilidad y se hace más sostenible.

En el urbanismo ecológico la competitividad entre territorios no puede estar basada en el consumo de recursos, sino que debe apoyarse en una estrategia basada en la información y el conocimiento. Desvincular el crecimiento económico de los flujos metabólicos parece que es básico para aumentar nuestra capacidad de anticipación y está en línea con la desmaterialización de la economía.

Aumentar la eficiencia del sistema urbano es la condición necesaria para la formulación del urbanismo ecológico, la condición suficiente se logra desarrollando escenarios de «máxima» habitabilidad urbana (espacio público, equipamientos y servicios básicos, edificación y vivienda, cohesión social y biodiversidad), para las personas y los organismos que allí viven. La integración de las cinco habitabilidades expuestas conforma la habitabilidad urbana que es la «suma integrada» de los requerimientos para obtener las mejores condiciones para vivir en la ciudad. Un modelo urbano que será “de referencia” al considerar que nos fortalece en él camino hacia la sostenibilidad.

Los principios de desarrollo urbano encuentran su fundamento alrededor de los siguientes conceptos (cuyo desarrollo se puede estudiar en la publicación Certificación del Urbanismo Ecológico):

  1. Bienestar, Equidad, Justicia y Cohesión social
  2. Proximidad, Accesibilidad y Diseño universal
  3. Masa crítica de población, actividad y servicios
  4. Ciudadano versus peatón
  5. Transporte alternativo
  6. Habitabilidad del espacio público
  7. Complejidad urbana
  8. Espacios verdes y biodiversidad
  9. Autosuficiencia energética
  10. Autosuficiencia hídrica
  11. Autosuficiencia de los materiales
  12. Adaptación y mitigación del cambio climático
  13. Mezcla social
  14. Acceso a la vivienda
  15. Dotación de equipamientos
  16. Gestión y gobernanza

Definido el modelo de ciudad sostenible, se conformará el Marco Estratégico básico propuesto respeto del citado “modelo”. En él se han de señalar y explicitar unos objetivos cuantificables que queremos alcanzar y que se posicionan al lado del cuerpo teórico de lo que consideremos un urbanismo sostenible. Es decir, nos hemos de comprometer con la determinación de metas concretas y medibles o la Agenda será un desiderátum sin utilidad trasformadora alguna o, en el mejor de los casos, será un conjunto en el integrado de proyectos a gestionar.

La formulación de una síntesis conceptual del que consideremos modelo urbano sostenible, junto con su correspondiente sistema de medición, será algo innegociable para cualquier agenda.

Partiendo de la premisa de que los ejes del modelo se establecen dentro de los cuatro objetivos básicos del urbanismo sostenible: la compacidad, la complejidad, la eficiencia y la estabilidad social. Veámoslo de forma muy esquemática:


[1] Declaración de Toledo

[2] Carta de Leipzig

[3]Nueva Carta de Leipzig

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