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Galicia y sus ciudades

   

Ante el panorama, un tanto desolador, de la estructura urbana de Galicia, intentaré, mediante las colaboraciones de esta columna, generar debate sobre algunos de los retos a los que se enfrentan nuestras ciudades en las primeras décadas del siglo XXI desde distintas vertientes: economía, sociedad, cultura y política.

Desde los primeros años de la democracia española las ciudades fueron impulsadas, potenciadas y subvencionadas por los poderes estatales y autonómicos, aunque paradójicamente fueron infradotadas de los necesarios instrumentos para su propio desarrollo.

Santiago

Las ciudades representan históricamente la riqueza de los países por su decisivo papel en la dinamización de todos sus ámbitos y en el desarrollo económico y social. Hoy, las ciudades y sus contornos metropolitanos, aparecen como motores y nodos articuladores y vertebradores de la economía, ya que el sistema económico y social del mundo se asienta en las ciudades y en las redes que estas conforman.

La red global se teje desde Barcelona, Bombay, Berlín, París, Nueva York, Bangalore, Chicago, Beiging, etc.. Internet permite que un escaparate diseñado en Arteixo sea replicado de forma simultánea en Málaga, Londres, Roma o Méjico D.F. Las televisiones emiten guerras y grandes catástrofes en directo como las de Ucrania o antes las de Irak, Haití o Libia. La Short Shipping crea verdaderas autopistas en el mar. La globalización es la mundialización de las relaciones económicas establecidas entre urbes. Esas urbes tienen gobiernos, gobiernos locales.

Aquí nos encontramos con nuestro primer gran reto: lograr que estos gobiernos locales asuman que tienen el papel de establecer, desarrollar y potenciar un gobierno «relacional», capaz de generar complicidades, conformar clusters y lograr acuerdos estratégicos.

              

Gobernar una ciudad europea en el siglo XXI significa, en primer lugar, asumir el concepto de ciudad multicultural. Las ciudades son receptáculo y crisol de culturas, que se combinan en la construcción de un proyecto ciudadano común. Gobernar significa liderar los cambios consecuencia del avance del que se denomina «economía de la era internet». Gobernar significa dar satisfacción a las expectativas y demandas reales de la ciudadanía. Gobernar significa implicarse activamente en la construcción europea.

Estos gobiernos requieren de un proyecto que responda a siete tipos de demandas: ser capaces de generar una nueva base económica, dotarse de la infraestructura urbana necesaria, lograr un nivel óptimo de calidad de vida para sus ciudadanos, diseñar políticas públicas en clave de sostenibilidad, ser garante de la integración social y ofrecer un proyecto político estable que consolide una democracia participativa, caracterizada por una ciudadanía crítica, solidaria y comprometida con los valores de lo público.

Es necesario que los gobiernos además complementen sus actuaciones con las de otras instituciones y entidades públicas, privadas y del tercer sector. Se trata de emplear al máximo la oportunidad de establecer mecanismos de cooperación, concertación y compromiso con el fin de cogestionar recursos y compartir responsabilidades.

En definitiva, concertar en conciencia y cooperar en lealtad en sentido estratégico, requiere de sentido de país y de capacidad de liderazgo. Algo de lo que no estamos precisamente sobrados en Galicia.

Es preciso tener claro que el desarrollo de Galicia pasa por el desarrollo y la articulación de su sistema urbano, así como por el avance serio y riguroso de un espacio territorial denominado eurorregión Galicia – Norte de Portugal. La Xunta y nuestros Alcaldes tienen que asumir que tenemos el deber de unir un país que se encuentra disgregado debido a la profusión de localismos decimonónicos.

Gobernar con nuestros ciudadanos y para Galicia, en el sentido antes citado, ya no es una oportunidad, sino una obligación en el actual contexto de la asfixiante globalización. Gobernar no es sólo gestionar el día a día de nuestras ciudades, pues como afirma el Nobel José Saramago, bien podríamos «externalizarla» y encomendársela al Consejo de Administración de cualquier empresa privada. No se trata de que los Alcaldes y Alcaldesas se dediquen a dar campanadas en las iglesias y les pidan a los santos que resuelvan los problemas de la ciudadanía. Por eso, hoy y aquí es el momento de reivindicar la POLÍTICA. Esa, con mayúsculas. Esa de la que nuestros políticos escapan como del fuego del infierno, refugiándose en lo «políticamente correcto».

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